Defeco sangre…

Para el hijo de puta

Por Farkas Obama

Que me perdone mi familia y la chica a quien amo, pero debo admitirlo: hoy defequé sangre. Pasé una hora sangrando mierda y a pesar de mis lágrimas de dolor continué hasta que no pude más. Pero sabes qué hijo de puta… poco me importó. Lo mío es una cosa personal que tú nunca entenderías. ¿Qué sabes tú de voluntad, maldito cobarde? ¿Cuántas veces te has sacrificado ante los golpes? O más explicito aún, ¿Cuándo has sangrado desde tu fétido orto eso que llaman sangre?
Mi asquerosa alegoría aborda desde un plano visceral lo vivido hoy por La Banda. Perder es un accidente, pero quedarse no. Ante las adversidades muchos huyen y vomitan excusas… yo me quedo con los que se inmolan. Poco me importa perder cuando la actitud es indomable. Que hablen de cifras y derrotas, porque menos nos entienden. Aquí la victoria es constante, no circunstancial.
Entiéndelo de una vez hijo de puta, lo nuestro es de verdad. Lo sabemos los que sí tenemos sangre. Atrévete a dar la cara en desventaja. Aventúrate alguna vez a salir con el fracaso en ristras. No lo hiciste hoy ni lo harás nunca. Podrán mancillarnos y tratar de mandarnos al carajo, pero lo importante está a salvo.
Eso que algunos llaman sentimiento, y que yo me empeño en reseñar como huevos, lo vi hoy en cancha. Algunos se rompieron las piernas por demostrarlo. Otros recibieron golpes y sangraron por el esfuerzo. Con eso me quedo malditos cobardes. Con los gritos sordos desde la banca y con el sudor del esfuerzo. Porque aunque quisieras demostrar lo contrario, por tus venas no corre lo que sí corre por las nuestras. Nunca conseguirán lo que tenemos, y hasta que no terminen defecando sangre, seguirán siendo lo que son: cobardes imitadores sin identidad.

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