Más que suerte…
Farkas Obama
La cancha nunca fue tan resbalosa... Y es que ayer ni las caídas ni los charcos pudieron impedir un deseo colectivo grabado en carne viva: los rojinegros tenían hambre de triunfo. Lo demostraron como pudieron y no fallaron. Con fuego en sus ojos y sangre en sus rodillas consiguieron perpetuar un mito que se volvía etéreo… Después de 18 meses, Resbalosos apostará su destino por la gloria de ser el mejor.
Pero el escenario no fue dócil. Nunca lo fue. La adversidad se vistió amorfa y tosca, difícil de superar. Nadie nos regaló nada, y aunque muchos admiren lo que hemos construido, no hay favores para el mejor. Ni soñar con sonrisas gratuitas. Ni pensar en palabras de buena crianza. La soledad siempre nos hizo fuertes.
Precisar que ayer nos confabulamos con la suerte, sería caer en vicios falsarios. Cuando nos menosprecian regularmente los fulminamos con más odio que deseo de victoria. A veces usamos a la ira como nuestra santa patrona… y no acostumbramos fallar. Los que dicen que la suerte se tornó de rojo y negro, seguramente han caído bajo nuestras suelas, o resignados esperan su turno.
Y aunque sea verdad, aunque la suerte nos dé su favor, en los momentos cruciales no existe ni el azar ni la certeza. Tampoco las excusas que muchas veces nos contaminan desde lejos. Los triunfos son tan circunstanciales como las derrotas, y eso el tiempo se ha encargado de decírnoslo. Cuando la pasión es desbordante y el gutural llanto nos supera, el éxito se torna transversal.
Resbalosos es más que victorias. Búrlense y ríanse de lo que somos, porque no lo entienden. Envídianos por tener algo que no posees, y ten la decencia de respetarnos. Porque la suerte no se confabuló en favor nuestro. No fue necesario. Hasta el cielo sabía de nuestro éxito, y sin más demostración que su abrasivo llanto, dejó el marco perfecto para la más esperada victoria… ayer la cancha nunca fue tan resbalosa.
Farkas Obama
La cancha nunca fue tan resbalosa... Y es que ayer ni las caídas ni los charcos pudieron impedir un deseo colectivo grabado en carne viva: los rojinegros tenían hambre de triunfo. Lo demostraron como pudieron y no fallaron. Con fuego en sus ojos y sangre en sus rodillas consiguieron perpetuar un mito que se volvía etéreo… Después de 18 meses, Resbalosos apostará su destino por la gloria de ser el mejor.
Pero el escenario no fue dócil. Nunca lo fue. La adversidad se vistió amorfa y tosca, difícil de superar. Nadie nos regaló nada, y aunque muchos admiren lo que hemos construido, no hay favores para el mejor. Ni soñar con sonrisas gratuitas. Ni pensar en palabras de buena crianza. La soledad siempre nos hizo fuertes.
Precisar que ayer nos confabulamos con la suerte, sería caer en vicios falsarios. Cuando nos menosprecian regularmente los fulminamos con más odio que deseo de victoria. A veces usamos a la ira como nuestra santa patrona… y no acostumbramos fallar. Los que dicen que la suerte se tornó de rojo y negro, seguramente han caído bajo nuestras suelas, o resignados esperan su turno.
Y aunque sea verdad, aunque la suerte nos dé su favor, en los momentos cruciales no existe ni el azar ni la certeza. Tampoco las excusas que muchas veces nos contaminan desde lejos. Los triunfos son tan circunstanciales como las derrotas, y eso el tiempo se ha encargado de decírnoslo. Cuando la pasión es desbordante y el gutural llanto nos supera, el éxito se torna transversal.
Resbalosos es más que victorias. Búrlense y ríanse de lo que somos, porque no lo entienden. Envídianos por tener algo que no posees, y ten la decencia de respetarnos. Porque la suerte no se confabuló en favor nuestro. No fue necesario. Hasta el cielo sabía de nuestro éxito, y sin más demostración que su abrasivo llanto, dejó el marco perfecto para la más esperada victoria… ayer la cancha nunca fue tan resbalosa.
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